26/12/15

Trapos que hablan



Por: Correa, Juan José; Mariani, Leonel; Pedraza, Mariana y Tito, Pamela.


Se dice que la ropa que uno viste, habla por la persona. En una facultad esto puede ser muy relativo.
La Facultad de Filosofía y Letras, y la Carrera de Ciencias de la Comunicación sobre todo, puede decirse que es un bastión de la vestimenta informal, relajada, tranquila. Es habitual encontrar en todos los espacios del complejo universitario alumnos con una  multiplicidad de looks y de estilos. En cuestión de colores, los alumnos son un arco iris y no existe un color en particular que sea representativo de ellos. 

 Los estudiantes de “Filo” actualmente no visten como lo hacían los de hace treinta años atrás. La moda universitaria más que haber cambiado, se ha desestructurado, sobre todo en los últimos diez años. Se han dejado de lado, a la hora de cursar o rendir, los pantalones, sacos y zapatos de vestir, camisas almidonadas, corbatas, faldas a la rodilla, entre otras prendas “formales” para darle paso a los jeans en su diversidad de colores y estilos, a los conjuntos deportivos, a las bermudas, shorts y musculosas, a las zapatillas de lona y también a las ojotas. Es habitual ver en patios, pasillos y aulas, alumnos y alumnas que utilizan algunas de las prendas mencionadas anteriormente.
La vestimenta en general varía de acuerdo a la moda que imponen los medios de comunicación, al diseño, a la tela, al color y a la accesibilidad que tenga el estudiante, pues, es una cuestión de tendencia, preferencia y presupuesto que denota también un status, una pertenencia a un grupo social. En el plano de la carrera de Ciencias de la Comunicación se observan diversos tipos de alumnos/as. Así destacan un primer grupo que podría definirse como el de “las divinas” correspondiente a las alumnas que están todo el día, desde la mañana a la tarde, arregladas, montadas en sus plataformas y con sus jeans y blusas a la última moda. A este grupo suele asociarse el estereotipo de “el chetito” que es el estudiante de jean, camisa y reloj pulsera metálico con una barba prolijamente cuidada que consigue más de un suspiro de alguna alumna ingresante. Cabe mencionarse al alumno/a “hipster” que viste con un look “vanguardista” utilizando prendas como chupines, camisas y remeras a rayas, zapatillas de la marca Vans y lentes de gran marco (algo infaltable en su atuendo). Se encuentra también al alumno/a “hippie con osde” que es aquel que lleva una apariencia más relajada, bohemia, colorida, que usa babuchas y remerones con frases simbólicas, que invitan a la reflexión, pero que también utiliza la tecnología a cada momento y no se despega de su smarthphone. Otro tipo es el de “el/la deportista” caracterizado por aquellos alumnos que suelen llevar joggins, camperas deportivas, calzas, zapatillas y bolso deportivo. Un último tipo a mencionar podría ser el del “rollinga cumbiero” aquel personaje que lleva su cabello alborotado, desprolijo, usa jeans y remeras referenciales a alguna banda local, nacional o internacional del rock, que hace culto de Luca Prodan pero en cualquier evento al sonar la cumbia es el primero en empezar a bailar.
Estos tipos son indicios de que los tiempos se han revolucionado y lo que se usa dice mucho sobre los estudiantes de hoy. Cada uno a su modo expresa algo: una idea, un sentimiento, una forma de vida.
 La vestimenta universitaria actual muestra que el protocolo es lo que menos  preocupa al estudiante; aunque claro siempre hay excepciones.
La ropa dice mucho de las personas, no es solo es un accesorio. Sirve para reconocer algunas características generales de los estudiantes que se preparan para la vida profesional. Su ropa o “trapos” generan una identidad, una identificación con un grupo, les da pertenencia. Esos trapos, a la generación actual les permiten desenvolverse, les permite comunicar. Son trapos con cierta importancia, necesarios para la juventud universitaria. Lo fueron ayer, lo son hoy, mañana y lo serán siempre.

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